Realizar algo diferente, establecer las bases al margen de las modas y tendencias, enraizar la propia creación en un terreno personal y único... son tareas imposibles de llevar a cabo sin haber desarrollado previamente un profundo estudio en los diferentes ámbitos artísticos.
En el caso del trabajo escultórico de Aitor Urdangarín, se trata del producto de un intenso viaje intelectual y personal, a través del cual se ha adentrado en una profunda investigación por los diferentes caminos del arte. El resultado es una serie de esculturas que entablan una estrecha relación entre el silencio y el espacio, un diálogo construido como un puente entre el dibujo y su realización matérica, que consigue eleva cada pieza a la categoría de obra artística.
Sus trabajos nos hacen remitir al propio origen de la escultura. Su arte consigue modular el aire, el espacio, el vacío... dibujando en tres dimensiones un poema que aparece ingrávido ante nuestros ojos, como un simple garabato trazado por los caprichos del viento, una aparición que juega con la magia de una idea y que nos habla, nos enseña la esencia de lo que somos, mostrándonos el camino por el que poder explorar nuestro origen como seres humanos.
Porto Sanabria
